Analizar el impacto social de la pandemia por la Covid-19 obliga a mirar más allá de los efectos directos de esta, puesto que  ha hecho más reveladoras las manifestaciones de pobreza y los problemas de violencia en los hogares, afectando de sobremanera a las mujeres por la nueva dinámica de convivencia inducida para mitigar los efectos directos de la pandemia.

Para Deysi Cheyne (s.f.) existe un pregunta fundamental en el análisis de la pandemia y la vivencia de las personas, en especial de las mujeres, de las políticas de confinamiento: ¿Qué arreglos familiares se han debido hacer en cada hogar para que, al quedarse en casa, se garantice la seguridad, la alimentación, el cuidado y la atención de enfermos, personas con discapacidad, la limpieza, el orden, la salubridad, la protección de la salud mental, la atención a niñas y niños, el apoyo a sus tareas escolares y el acompañamiento para su recreación?

Esta pregunta busca develar que la vivencia del “Quédate en Casa” es diferenciada según el tipo de rol de género que se desempeñe, el fundamento de esto, según explica Cheyne (s.f.), es que durante cientos de años las diferencias biológicas entre hombres y mujeres han establecido una división sexual del trabajo según la cual al hombre le correspondía el trabajo remunerado y a la mujer se le encargaba el trabajo reproductivo, el de garantizar el cuidado doméstico y privado, en gran parte, por considerarse que la mujer no tenía capacidad ni formación para asumir las responsabilidades de los espacios decisivos de la vida pública, relegándola a una situación de inferioridad ante los hombres.

En el contexto de la pandemia, comencemos por abordar que las mujeres son, en su conjunto, el mayor porcentaje de personal de salud tanto en México como en América Latina, esto ya de por sí es de llamar la atención, pues implica que durante la pandemia por la Covid-19 han sido ellas quienes han estado en la primera línea de defensa. El Observatorio Género y Covid 19 en México (s.f.) -en adelante Observatorio- expone que en abril de 2020 se registraron diversas agresiones contra personal de salud, el 70% dirigidas contra mujeres, quienes se han enfrentado a situaciones de impedimento de acceso al transporte público, les han rociado cloro, o se les han negado servicios de diversa naturaleza, además de las agresiones físicas y verbales, amenazas con armas de fuego e incluso la negativa de acceso a sus propios hogares.

Por otro lado, la reconfiguración en la dinámica de convivencia derivada de pandemia ha tenido un especial impacto al interior de los núcleos familiares tradicionales por cuanto el hogar se convirtió en el espacio de toda actividad social, en este sentido, la CEPAL (2020) expone que estas jornadas de confinamiento han sobrecargado el tiempo de las familias, en especial de las mujeres, ya que son ellas quienes dedican mayor tiempo al trabajo doméstico y de cuidados no remunerados, casi el triple del tiempo que dedican los hombres a las mismas actividades. En el caso de aquellas mujeres que han logrado mantener sus trabajos remunerados con la posibilidad de desempeñarlos desde casa, ellas han enfrentado el reto de conciliar la vida laboral y familiar, lo que las ha llevado a enfrentar altos niveles de estrés, agotamiento extremo y afectaciones generales a la salud.

En cuanto a la informalidad laboral, esta también ha afectado principalmente a las mujeres colocándolas en situaciones de marginación y pobreza por la precariedad en el acceso a los sectores productivos, orillando a las mujeres al trabajo doméstico, el cual, a pesar de ser remunerado, carece de estabilidad por la ausencia de políticas y regulación normativa de esta actividad considerada hasta hoy en México como un tipo de actividad no económica, invisibilizando la labor de las mujeres (CEPAL, 2020).

Respecto a los actos de violencia, la CNDH (2020) afirma que, al quedarse en casa, la exposición de mujeres, niñas y adolescentes se hacen más latentes debido a que la evidencia sobre los feminicidios revela que los principales agresores son familiares, parejas o exparejas, entonces es posible afirmar que el lugar más peligroso para las mujeres es su propio hogar. Pero además de intensificar los riesgos, la pandemia también agravó irregularidades en investigaciones de feminicidios y desapariciones en el Estado de México.

Amnistía Internacional (2020) señala que las problemáticas por las que no se garantiza el acceso a la justicia de las víctimas, y que derivan en violaciones a los derechos humanos, se deben a una serie de complicaciones derivadas de la pandemia que se agregaron a otras que ya existían en la Fiscalía General de Justicia del Estado de México por una importante falta de personal y sobrecarga de trabajo y restricción a las actividades presenciales en las instituciones del sector público, la escases de recursos técnicos para la investigación, falta de capacitación en perspectiva de género de las personas servidoras públicas y descoordinación entre las instituciones involucradas en la investigación y la prevención de la violencia contra las mujeres.

En lo relacionado a violencia familiar, la CNDH (2020) ha manifestado preocupaciones en el alza de las manifestaciones de esta ya que, con las políticas de confinamiento, a las mujeres se les ha obligado a vivir con su agresor, perpetuando las causales que sirven como caldo de cultivo para la agravación e intensificación de los actos de violencia de género. En sentido similar, el Observatorio (s.f.) ha señalado que la población de niñas y adolescentes ha sido invisibilizada durante la pandemia debido a que, epidemiológicamente, el virus les ha afectado menos, per no han estado exentas a padecer múltiples condicionantes y problemas relacionados con la falta de garantía de sus derechos de acceso a servicios de salud, alimentación y educación.

Ahora bien, se debe mencionar que la violencia de género en los espacios virtuales afecta de sobremanera a las mujeres, dañando su reputación digital, violentando sus derechos, afectando su libertad, existencia misma y privacidad en su desenvolvimiento digital. La violencia sexual, el sexting sin consentimiento, extorsión, violencia virtual de parejas o exparejas, ciberacoso o ciberbullying, grooming, la exposición involuntaria a material sexual y/o violento, la incitación a conductas dañinas, la producción y/o difusión de pornografía infantil, corrupción, trata y explotación de menores, son algunas de las manifestaciones más comunes de violencia digital. (como se citó en Martínez y Chípuli, 2020).

En definitiva, con el proceso de reconfiguración de las interacciones sociales se llevaron al espacio virtual las conductas y las dinámicas de convivencia social con todos sus matices y la violencia de género no quedó fuera, en cambio, esta se ha convertido en un problema de grave escalabilidad en la medida que la cobertura y accesibilidad a las redes sociales digitales aumenta, aumentando la posibilidad de que las personas sean objeto de situaciones de violencia a niveles exponencialmente masivos.

Conclusiones

Esencialmente, los aspectos en que la pandemia ha intensificado la vulnerabilidad de las mujeres son aquellos en los que persisten problemas estructurales que afectan a una importante parte de la población en general, pero que en el caso de las mujeres se intensifican por la violencia con la que se imponen condiciones inequitativas según el rol de género que se desempeñe.

En tal sentido, además de conocer y comprender las demandas en materia de género ya inscritas en la agenda pública e impulsadas principal y casi exclusivamente por grupos feministas, el llamado es a la reflexión sobre aquellas situaciones manifiestas de violencia de género que pueden llegar a ser poco evidentes porque nos parecen ajenas o porque no las queremos reconocer, ese es el primer paso de un proceso de deconstrucción para apoyar la transversalización e interseccionalidad de las demandas sociales, especialmente las de mujeres, niñas y adolescentes.

Referencias

Amnistía Internacional. (2020). Como Anillo al Dedo. El Impacto de la Pandemia de COVID-19 en los Servicios de Procuración de Justicia del Estado de México. Consultado el 11 de marzo de 2022 en: https://amnistia.org.mx/contenido/wpcontent/uploads/2020/12/Espanol_ComoAnilloalDedoFINAL.pdf

CEPAL. (2020, abril). La pandemia del COVID-19 profundiza la crisis de los cuidados en América Latina y el Caribe. Consultado el 11 de marzo de 2022 en:  https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45335/1/S2000261_es.pdf

Cheyne, D. (s.f.). Una reflexión feminista sobre la pandemia del Covid-19. Consultado el 11 de marzo de 2022 en: https://www.uls.edu.sv/sitioweb/images/pdf/Una%20reflexi%C3%B3n%20feminista%20sobre%20la%20pandemia%20del%20Covid-19.pdf

CNDH. (2020, mayo). La violencia contra las mujeres en el contexto del COVID-19. Consultado el 11 de marzo de 2022 en: https://igualdaddegenero.cndh.org.mx/Content/doc/Publicaciones/COVID-Mujeres.pdf

Martínez, K.; Chípuli, A. (2020). Violencia en espacios digitales en México. Una mirada desde la pandemia de Covid-19. O Público E O Privado, no. 37, pp. 63-94. Consultado el 11 de marzo de 2022 en: https://revistas.uece.br/index.php/opublicoeoprivado/article/view/4097

Observatorio Género y Covid-19 México (s.f.). Consultado el 11 de marzo de 2022 en: https://genero-covid19.gire.org.mx/